Alestra

Este último año se habló de lo rápido que las empresas aceleraron su transformación digital, y aunque la pandemia de COVID-19 amplificó el desafío de adaptarse con mayor velocidad, la realidad es las organizaciones ya habían avanzado para priorizar sus procesos de digitalización.

Ya nadie puede negar que la nube se ha vuelto la opción de almacenaje más popular para compañías y usuarios individuales. Sea por lo económico que resulta ser al largo plazo, por su accesibilidad sin importar la dispersión geográfica de una empresa o por sus nuevas funciones de ciberseguridad que muchas compañías ofrecen, las nubes públicas y privadas seguirán demostrando su poderío en los años que vienen.

La redundancia es un concepto negativo en narraciones o discursos, pero toma una cualidad positiva al ser aplicado a la cibernética. Para los que tengan más experiencia en estos temas, no se adelanten, en esta ocasión no nos centraremos en ningún sistema redundante complejo como los aplicados a servidores actuales o discos RAID, aunque estas podrían ser buenas soluciones para empresas que manejen volúmenes de información enormes.

Los discos duros mecánicos son la opción más común para almacenar la información de nuestro ordenador personal. Y aunque otros tipos de almacenamiento se están popularizando, entre ellos soluciones en la nube, lo cierto es que una gran cantidad de usuarios siguen dependiendo de estas unidades en su trabajo y ocio diario.

La practicidad y acceso universal a la información digital que provee la nube ha hecho que muchas compañías migren su información más importante a servicios de almacenamiento en línea, deshaciéndose de los dispositivos físicos casi por completo.