El concepto del Internet de las Cosas no es muy complejo, define simplemente la conexión de todo tipo de electrodomésticos y objetos cotidianos al internet para crear una red que pueda ser manipulada a distancia. Hasta ahora se ha implementado de manera parcial, pues una red compuesta por cientos de miles de aparatos necesita el soporte que solamente puede traer un internet de siguiente generación.
Por eso, en muchas ocasiones, al hablar de IoT (Internet of Things) necesariamente tenemos que relacionarlo con la 5G, pues su adopción masiva siempre se ha pensado condicionada con este nuevo estándar de velocidad. La pandemia y el distanciamiento social vinieron a cambiar esta condición por completo. Solamente en la primera mitad del 2020 aumentó en un 20% el interés en las plataformas del Internet de las Cosas, alcanzando los 66 mil millones de dólares, un número nada insignificante en el mercado.
Las nuevas condiciones que el COVID-19 trajo a la sociedad son las que los proyectos enfocados en el IoT más buscan solventar: trabajo remoto, comercio electrónico súper cargado, las necesidades de telemedicina y seguridad informática. Aplicado a estos sectores es donde esta red de objetos conectados se torna compleja, buscando combinarse con innovaciones como el Blockchain, dándole el potencial de cambiar la forma en que las sociedades construyen su economía, se relacionan y trabajan.
Los nuevos aspectos del IoT
Integrar una conexión a internet no es el único requisito para que algo sea considerado parte del IoT. El Internet de las Cosas se centra en cuatro aspectos particulares que, al ser incluidos en nuevos conceptos tecnológicos o aparatos modernizados, los vuelven parte de esta nueva red de objetos interconectados: sensores, redes, la nube y aplicaciones.
El interés de los sectores comerciales se divide entre estas cuatro funcionalidades, un 84% está interesado en los beneficios que los sensores pueden traer, 77% en soluciones de procesamiento de datos combinando múltiples funciones del IoT y 76% se interesan por la conectividad en la nube.
Una vez que la pandemia empezó a golpear a las economías mundiales, los proyectos que desarrollan estos aspectos apuntaron a la falta de conectividad informática que las organizaciones de salud internacional exhibieron al manejar la pandemia. Argumentan que, si hubieran combinado soluciones de Blockchain, por ejemplo, para transmitir información descentralizada en tiempo real con sensores multifuncionales del IoT que informaran sobre los parámetros de pacientes y la velocidad de respuesta de cada centro de salud ante la crisis, una respuesta más adecuada apoyada en estadísticas exactas que limitaran la expansión del virus hubiera sido posible.
Por supuesto que este estudio es aplicable para futuras crisis sanitarias, pero aún es posible habilitar aspectos del IoT en el presente, especialmente para el reto logístico que la vacuna contra el virus presenta ante las redes de suministro mundiales.
Y aquí es donde su aplicación al comercio en línea entra también, pues la trazabilidad logística de siguiente generación depende casi exclusivamente de sistemas IoT efectivos que puedan detectar, recopilar e interpretar información de flotas vehiculares masivas. En ambos casos, el control de inventarios y automatización en almacenes también dependen ampliamente de que estas tecnologías se implementen, permitiendo mejor seguimiento de los productos, pero también importantes ahorros energéticos con los sensores y reportes de iluminación IoT.
El confinamiento cambió nuestros hábitos de consumo profundamente y lo seguirá haciendo, por lo que las inversiones en tecnologías que aumenten la conectividad de componentes individuales en operaciones de entrega serán una necesidad para empresas de todos los tamaños.
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Sin dejar de lado la demanda de espacios inteligentes en ambientes domésticos y laborales que permitan mayor comodidad, control y ahorro en electrodomésticos, el IoT ha superado las aplicaciones cotidianas a las que se le tenía reducido antes de la pandemia para proyectarse como una necesidad en todos los aspectos de la nueva economía. La Universidad de Stanford prevé que, para el 2030, serán ya 500 mil millones de objetos conectados al internet, por lo que el impacto que tendrán no puede ser relegado a un hipotético lejano. Al igual que el resto de las innovaciones tecnológicas, el IoT fue acelerado drásticamente por la pandemia y es hora de que tomemos posturas activas en su regulación cibersegura.
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Fuentes:
https://www.bbvaopenmind.com/tecnologia/mundo-digital/internet-de-las-cosas-y-covid-19/