Durante los últimos años se ha expandido el desarrollo y la aplicación de la identificación biométrica para distintos usos de seguridad pública y privada. Estas tecnologías, como el reconocimiento de voz o de huellas digitales, superan los problemas asociados al uso de contraseñas, patrones o semejantes, facilitando la implantación de softwares de alta seguridad.
En el caso del reconocimiento facial, se han realizado importantes avances para perfeccionar la identificación de personas en tiempo real en diversos ámbitos: desde para un control sanitario durante la pandemia hasta para poder acceder a datos clave de una empresa. Sin embargo, los tomadores de decisiones y gerentes en TI no siempre tienen claro qué es el reconocimiento facial y cómo funciona para la seguridad biométrica de las empresas.
A continuación, te explicamos en qué consiste y cómo funciona esta tecnología biométrica, con ejemplos concretos para su uso en la seguridad de las empresas.
Como muchas de las tecnologías digitales actuales, el reconocimiento facial se basa en el desarrollo de algoritmos de inteligencia artificial (IA). Estos algoritmos detectan los patrones matemáticos dinámicos que hacen de una persona alguien con un rostro único.
Con los datos biométricos recopilados, la tecnología es capaz de hacer la identificación de un sujeto a través de cualquier elemento visual del rostro: una imágen, un video, etc.
En este sentido, el reconocimiento facial se distingue de la detección de caras en la medida en que no solo descubre la presencia de una cara de manera digital, sino que también puede determinar la identidad de un rostro y diferenciarlo de otro.
De este modo, retomando la cuestión de qué es el reconocimiento facial, podemos concluir que se trata de la tecnología biométrica capaz de verificar la identidad de un sujeto a través de un análisis del rostro.
Mediante la IA, los dispositivos aplicados en la identificación biométrica facial utilizan la visión artificial para extraer, analizar y clasificar datos a partir de imágenes y videos.
De este modo, el reconocimiento facial funciona mediante tres procesos conjuntos:
Lo primero que realiza un dispositivo de reconocimiento facial es la detección de un rostro en una imagen compuesta de muchos elementos: otros rostros, objetos, lugares, etc.
Luego de la detección de un rostro, el sistema de reconocimiento analiza la imagen para extraer la geometría del rostro; identificar puntos faciales y expresiones de referencia, y medir distancias, formas y profundidades de los ojos, barbilla, nariz, boca, pómulos, labios, etc.
A continuación, estos datos se transforman en una huella facial única para cada rostro.
Una vez que se ha obtenido una huella facial, los dispositivos de reconocimiento hacen comparaciones con los datos almacenados para evaluar la probabilidad de que coincida o no con una identidad determinada.
El reconocimiento facial permite mediante cámaras detectar, rastrear, e identificar amenazas para prevenirlas o actuar rápido en el caso de que sucedan. Ahora, el uso de la identificación biométrica no tiene que ser solo para evitar grandes acontecimientos. Por ejemplo, un sistema de reconocimiento facial puede fungir como paso de verificación de un empleado o cliente con mayor seguridad
Un ejemplo reconocible de esta tecnología hoy en día está en los teléfonos celulares: el dispositivo responde a la cara y biometría para, entre muchas aplicaciones, deshabilitar una pantalla de bloqueo . Sin embargo, en un contexto macro de negocios y seguridad, las aplicaciones van más allá.
En el caso de un banco, por ejemplo, más allá de portar una tarjeta y tener el nip, una cámara frente a un cajero puede analizar digitalmente la cara de una persona para verificar que es la verdadera dueña del plástico. Asimismo, en las empresas, se puede evitar que un hacker acceda a información sensible vía phishing y otras formas de robo de cuentas comunes agregando el paso de verificación facial a un login que se detecte que proviene de una dirección IP inusual .
En el contexto de una Smart Office , se pueden dar de alta los rostros de los empleados para que estos tengan acceso a las premisas que les corresponden. Esto resulta muy útil a al hora de automatizar procesos y tener un mayor control de los accesos de forma rápida, confiable y eficiente.
En este sentido, entre los usos que se pueden hacer de esta tecnología en el ámbito de la seguridad empresarial, encontramos:
Mediante el reconocimiento facial, se puede llevar un mejor control de los accesos a las distintas instalaciones de la empresa : quién accede y cuándo, autorizar accesos a áreas restringidas, verificar la entrada y salida del trabajo, garantizar el acceso a instalaciones complementarias, etc.
La integración de sistemas de reconocimiento facial en la videovigilancia permite una identificación de personas de manera más rápida, automatizada y con mayor grado de fiabilidad .
Las empresas pueden resguardar el uso de dispositivos privados mediante la asignación de reconocimiento facial a los usuarios permisados.
Optar por el reconocimiento facial biométrico como mecanismo de acceso también permite un resguardo más seguro de los datos sensibles de la empresa.
El uso de la tecnología también permite evitar la suplantación de identidad y los fraudes a partir de una mejor identificación con la huella facial.
El uso público y privado de la tecnología de lo que es el reconocimiento facial tiene implicaciones legales y éticas. Dado que a nadie le gusta sentirse observado, es importante conseguir el consentimiento del cliente y/o empleado. Por tanto, para asegurar un uso ético y legal adecuado de los datos biométricos faciales de las personas, se debe:
Con una asesoría especializada y el establecimiento de metas específicas al implementar la identificación biométrica, la información obtenida será muy valiosa y llevará a soluciones más apegadas a la realidad del empleado o cliente. Y es que, de igual modo que el reconocimiento facial se usa como medida de seguridad, se necesitan otras medidas de seguridad para los sistemas y algoritmos.
En este sentido, en estos contextos, se maneja información sensible que si cayera en manos equivocadas podría ser muy grave. Por ello, el algoritmo tiene que ser continuamente estudiado y actualizado y, lo más importante, tiene que trabajar en conjunto con medidas de ciberseguridad y encriptación para evitar accesos no deseados.
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